November 24, 2024

En medio de la crisis eléctrica de Ecuador, que ha llevado a las autoridades a programar apagones de hasta 14 horas, no han faltado los políticos que responsabilizan a las anteriores administraciones ni aquellos que se enaltecen por sus gestiones pasadas.

Por eso, Ecuavisa.com siguió el rastro de los gobiernos que aportaron en la construcción del sistema actual, basado en la generación hídroeléctrica y complementado con el aporte termoeléctrico.

La industria eléctrica de Ecuador empieza en el siglo XIX

En 1897 se conformó la empresa Luz y Fuerza, en la provincia de Loja, a cargo de la instalación de la primera central hidráulica, según un documento del Ministerio de Energía, adquirieron dos turbinas de 12 kilovatios cada una para instalar en el río Malacatos.

Más tarde, llegaron proyectos de alumbrado público y de suministro de electricidad en ciertas ciudades. Por ejemplo, en Quito, se instalaron los postes en 1911, en Cuenca se ubicó una planta de 37,5 kilovatios en 1914, que en 1922 se amplió hasta 102.

En cambio, en Guayaquil, el Gobierno de Ecuador contrató un proyecto con la firma Foreing Power Co., de origen americano, en 1926 para el suministro de electricidad a Guayaquil, durante 60 años.

En 1940, los municipios asumieron la responsabilidad del servicio eléctrico, eso provocó la instalación de pequeñas centrales hidroeléctricas, que hasta 1961, tenían una potencia de 120 megavatios, lo que significó la atención con energía eléctrica a solo un 17 % de la población. En general, el servicio era deficiente e intermitente.

Inecel y la primera legislación

José María Velasco Ibarra emitió el Decreto Ley de Emergencia para crear el Instituto Ecuatoriano de Electrificación (Inecel), en mayo de 1961, el ente estaba a cargo de elaborar un Plan Nacional de Electrificación, en donde se contempló la masificación del servicio.

A la par se creó la Ley Básica de Electrificación, el primer marco legal que establecía la estructura institucional del sistema.

El financiamiento de Inecel venía en gran parte de la explotación petrolera y el aporte de la banca internacional.

Más adelante, en las décadas de los setenta y ochenta, se realizaron proyectos de equipamiento en las áreas de generación, transmisión y distribución.

La construcción de las hidroeléctricas

En 1983 se inauguró la central hidroeléctrica de Paute, el proyecto más grande ejecutado hasta esa fecha, sentando las bases de un sistema nacional interconectado.

Ese proyecto se concibió desde los años 40, en Cuenca, por las administraciones locales. Gonzalo Ortiz Crespo, periodista e historiador, cuenta que el ingeniero Daniel Palacios, en 1960, del Centro de reconvención Económica de Azuay, Cañar y Morona Santiago (CREA), estuvo a cargo de realizar los estudios en el Río Paute para determinar la viabilidad del proyecto hidroeléctrico.

Luego, en los 70, bajo el mando de Guillermo Rodríguez Lara, se formalizaron los estudios, pero no fue hasta la década de los ochenta, con Oswaldo Hurtado en la Presidencia, que finalmente se inauguró la hidroeléctrica.

Sin embargo, los problemas tras la entrega del proyecto persistieron. Un reportaje de revista Vistazo de diciembre de 1983 reportaba problemas de orden técnico y de financiamiento. Los sedimentos eran un problema para el funcionamiento de la central y la continuidad de la ampliación del proyecto era un problema que provocaba incertidumbre entre los azuayos.

“Es una obra de la que debemos estar orgullosos todos los ecuatorianos, precisamente porque no fue obra de un Gobierno, sino que fue un proyecto de Estado”, dice Ortiz.

Gonzalo Ortiz, quien fue secretario de la Administración durante Gobierno de Rodrigo Borja, recuerda que en ese tiempo, entre 1988 y 1992, se implementó cinco de las diez turbinas, fortaleciendo el sistema de Paute.

Sin embargo, en ese entonces, también ocurrió un estiaje similar al actual, que provocó racionamientos de energía eléctrica, aunque por menos horas.

Ortiz y el periodista Francisco Rocha recuerdan que Borja, además, implementó un proyecto para llevar la energía eléctrica a la ruralidad.

Rocha dice que Borja creó un fondo para que quienes tenían energía eléctrica subsidien a aquellos que vivían en la obscuridad.

Los demás proyectos también tuvieron un largo recorrido hasta concretarse. El gobierno de León Febres Cordero, en 1987, inauguró la Hidroeléctrica Agoyán, en Baños, Tungurahua, concebida para aprovechar el caudal del Río Pastaza, desde 1982, es decir, también con Hurtado.

La siguiente fase de construcción de las hidroeléctricas vino en el gobierno de Rafael Correa.

La Central Hidroeléctrica Manduriacu de 65 MW de potencia se encuentra ubicado en las provincias de Pichincha e Imbabura y se inauguró en 2015.

En 2016 comenzó la operación de la hidroeléctrica Coca Codo Sinclair, construcción que inició en 2010.

Inicialmente, se presentaron informes técnicos, basados en las condiciones hídricas del Río Coca, que apuntaban a una capacidad de potencia de 859 MW. Sin embargo, el exministro de Electricidad y Energía Renovable, Alecksey Mosquera, que estuvo en el cargo por dos años, de 2007 a 2009, y que en 2018 fue sentenciado por lavado de activos en la trama de corrupción de Odebrecht, impulsó la ampliación de la infraestructura del proyecto para generar 1 500 megavatios.

La iniciativa fue duramente cuestionada porque los cálculos de expertos en el área apuntaban que el caudal no es el suficiente para producir esa cantidad de energía. No contó con los estudios técnicos, económicos y ambientales que justifiquen una infraestructura de ese tamaño.

Ahora se conocen los riesgos de erosión regresiva del Río Coca y hay una investigación abierta por posible corrupción.

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