Tanto el presidente de la República como el titular de la Asamblea Nacional a ratos se pierden en los linderos de su rol y cruzan, quizás sin darse cuenta, la delgada línea que los separa de sus candidaturas.
Por su exposición, es más evidente en Daniel Noboa, quien en sus actos públicos ha convertido en ceremonia el no referirse tanto a lo que se hace, sino a lo que se va a hacer, anclado en la promesa, característica de quien aspira a algo. Si le preguntan frontalmente, él dice estar claro en su rol de mandatario.
Pero no quiere o no puede desligarse de la campaña electoral que se avecina. Identifica a los adversarios, También habla de encuestas.
A esa cancha, con paso firme, ha resuelto entrar el presidente de la Asamblea, Henry Kronfle, quien de aliado del gobierno, de nexo primero entre las dos funciones del estado, pasó a ser piedra de toque, el que aclara, el contradictor. Y en la misma escena: la del Tiktok.
El asunto es que a los titulares del Ejecutivo y del Legislativo se los da como fijos en la papeleta presidencial del 2025, y no hay declaración en contrario; entonces no está claro si sus acciones responden a su gestión o a sus campañas. Si las condonaciones de deudas y los créditos para las pymes son actos de gobierno puro o si tienen un trasfondo electoral.
De igual manera, la acción legislativa y la fiscalización sobre dos ministras de estado ¿corresponden integralmente a las funciones de la Asamblea o buscan desgastar al contrincante?
Y es sobre esas líneas difusas que se desarrolla la política de Ecuador en estos días.