Desde hace tres meses, la Policía de Menores investigaba a la mujer por el delito de trata de personas para explotación laboral, porque supuestamente llevaba todas las noches a sus hijos y a su nieto al centro de Guayaquil para que vendieran caramelos y pidieran dinero en los semáforos.
La familia vivía en el sector de La Ladrillera, en el noroeste de Guayaquil, una zona de difícil acceso a donde ni siquiera llegan los buses.
Según los agentes, los menores de edad iban en la noche al centro y se quedaban hasta altas horas de la madrugada en condición de vulnerabilidad en las calles. Y, aunque estaban inscritos en una escuela del sector, acudían a clases muy esporádicamente, porque estaban cansados al regresar tarde a casa.
Este caso ya había sido abordado por el Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES), según contó el teniente Wladimir Ortega, de la Unidad Antitrata de la Dinapen.