Especialistas sugirieron volver a “vender” la importancia de la vacunación para evitar consecuencias a mediano y largo plazo.
De acuerdo al vacunómetro, una herramienta creada por el Ministerio de Salud Pública (MSP) para seguir el proceso de inoculación, al 2 de octubre del 2022, un 52,79 %, es decir, 7 ́261.022 personas habían recibido el primer refuerzo o tercera inyección.
Con el esquema completo de vacunación, es decir, primera y segunda dosis, hubo 84,39 % de la población, alrededor de 14 millones de personas, hasta esa fecha, en tanto que con la primera dosis, 87,73 %, más de 14 millones 700.000 ciudadanos.
Aunque no se llegó a la meta, el presidente Guillermo Lasso consideró esta semana que “la pandemia ha terminado en el Ecuador” y que eso es gracias a un proceso de vacunación que llevó a cabo hace un año”.
“Será cuestión de una semana o diez días, pero ya se va a declarar el término de la pandemia”, anticipó Lasso e indicó que esto significa que no será obligatorio el uso de mascarilla, tampoco habrá límites de aforo de personas en espacios públicos y privados.
Para Fernando Sacoto, presidente de la Sociedad Ecuatoriana de Salud Pública, lo que debería hacerse ahora es priorizar la vacunación en grupos de mayor vulnerabilidad.
Agregó que, por otro lado, una vez que se disponga de una vacuna de mayor protección en cuanto a variantes y tiempo de eficacia, establecer ya esquemas regulares de vacunación, posiblemente anuales y hacerlo como un programa regular y no solo mediante campañas que ya agotó su efectividad cómo estrategia.
“Para ello hay que universalizar la atención primaria de salud de manera que, en tal contexto, se identifiquen personas vulnerables”, opinó.
Para el experto, lo peor es que la gente sigue contagiándose, repitiendo en muchos casos un segundo, tercero o cuarto evento de COVID, sin tomar en cuenta las secuelas posteriores.
Al consultarle sobre qué habría que hacer, Terán sugirió volver al inicio de la campaña, es decir, “vender” la importancia de la vacunación, ya no como una herramienta para la pandemia, sino una medida efectiva de salud pública para evitar consecuencias a mediano y largo plazo.
Además crear una cultura de prevención y no de “apagar incendios”, y utilizar el recurso disponible, en relación a las vacunas.