Los datos son claros: en el Ecuador, en promedio dos de cada diez mujeres se realizan una mamografía. Y conforme van pasando los años, la frecuencia de este examen, clave para la detección temprana del cáncer de mama, se va reduciendo, lo cual pone en la agenda de los médicos la necesidad de acelerar su frecuencia entre las mujeres.
Para la oncóloga Sonia Aguirre, el cáncer de mama en el Ecuador todavía tiene un subregistro con datos que están entre aquellas mujeres mayores de 60 años. A su criterio, a esa edad tienden a generar un ligero rechazo a frecuentar los centros médicos, los cual genera un retraso en la detección temprana de este tipo de cáncer. “A eso se suma que muchos médicos deben atender otras enfermedades oportunistas como la diabetes o los problemas de movilidad, lo cual deja la exploración del seno por fuera de los estudios regulares”, cuenta.
La postura de Aguirre es compartida por Ana Belén Chicaiza, una mujer de 68 años que apenas una vez en su vida se hizo una autoexploración. Ella es una usuaria regular del mercado de Santa Clara, al norte de Quito, y se sorprendió al conocer que este 19 de octubre del 2022 en este lugar habría charlas gratuitas para saber cómo prevenir esta enfermedad.
Pero la situación para Verónica Cajamarca no fue del todo favorable. A sus 72 años fue diagnosticada con cáncer de mama en un estado muy avanzado. Hace cinco años había empezado a notar unas “bolitas en el seno”, como ella lo dice, sin embargo, no le dio mucha importancia. Al ser una mujer del campo, para ella lo más importante era seguir trabajando para producir sus alimentos.
Hace un año, su médico le confirmó que tenía cáncer de mama. Hasta ahora ha pasado por terapias de radiografía y quimioterapia, pero su pronóstico todavía es reservado. Su hija, Marcela Simbache, cuenta que su madre nunca había recibido una clase para la autoexploración y que eso habría acelerado la expansión del tumor en su seno izquierdo.
Un día para la prevención del cáncer de mama
El desconocimiento de la correcta autoexploración y la falta de sistemas sanitarios que prioricen la detección temprana del cáncer de mama a través de la mamografía son dos factores que inciden en que las Américas sean, entre otros factores, territorios donde el cáncer de mama sea frecuente y mortífero.
En la región, de acuerdo con los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), 68 de cada 100 000 mujeres con pronóstico oncológico tienen cáncer de mama. Y en el Ecuador, según la misma OMS, a 2020 hubo 3 560 mujeres con esta enfermedad, mientras que otras 1 060 mujeres en el país murieron en ese año a causa de este padecimiento.
Para el médico Alberto López, el problema de la detección del cáncer de mama en el Ecuador es que la aplicación de medidas efectivas es muy lento y costoso para las mujeres, especialmente para las de escasos recursos. Un tratamiento moderno por fuera del sistema sanitario público puede superar los USD 1 000 mensuales, “y eso es algo que muchas no logran costear”, enfatiza López.
A pesar de que la detección del cáncer de mama como tal puede complicar el procedimiento de las pacientes, su letalidad ha ido disminuyendo ligeramente en los últimos años. A 2020, 13,6 de cada 100 000 mujeres fallecieron a causa de este tipo de cáncer. En 1990, esta cifra era de 13,77.
Pero en América Latina y el Caribe la cifra es más preocupante. En 2020, más de 491 000 mujeres fueron diagnosticadas con cáncer de mama y unas 106 000 fallecieron por esta enfermedad. A 2040 se estima que la cifra de muertes a causa de este cáncer se incremente en un 52%, lo cual nuevamente pone en la cancha de los gobiernos de la región la implementación de programas masivos de detección temprana de cáncer de mama por medio de mamografías y enseñanza de la autoexploración.