En medio de encuestas que no ayudan a dilucidar quién será el próximo presidente, Estados Unidos está en la recta final del camino a las elecciones del 3 de noviembre, una votación sin precedentes que tendrá lugar en medio de la pandemia de COVID-19 que ha hundido al país en su peor crisis social y económica más reciente y también con la incertidumbre tras el contagio del mandatario.
Con la llegada de la emergencia sanitaria, el panorama electoral en el país cambió, tras convertirse en el más afectado en el mundo por el virus con más de 7 millones de casos y más de 204.000 muertes.
Desde mayo, en las encuestas el exvicepresidente Joe Biden se mantiene por encima del presidente Donald Trump, pero el margen de intención de voto que los separa no es suficiente como para asegurarle una victoria, este revés ya lo sufrió su antecesora, la demócrata Hillary Clinton en 2016.
Hasta el momento Biden encabeza las encuestas con el 50,2 % de las preferencias, frente al 43,6 % de Trump.
La campaña se ha visto eclipsada por la pandemia de coronavirus, que el jueves alcanzó al presidente y su esposa.
Ahora el mandatario se verá obligado a cancelar viajes y a prescindir de los mítines de campaña y debates que adora y con los que contaba para recuperar terreno frente a Biden en estados claves para ganar la votación.
Trump ha sido muy criticado por su gestión de la pandemia por sus adversarios, científicos e incluso por sus correligionarios. Al inicio fue renuente al uso de mascarillas y llegó a recomendar el uso de fármacos que la Organización Mundial de la Salud (OMS) rechazaba. Estas acciones le ocasionaron una gran pérdida de popularidad que favoreció a su rival, el demócrata Biden.
A este deterioro de su imagen se sumaron las protestas que viene enfrentando el país desde mediados de año. Estas movilizaciones son lideradas por movimientos antirraciales como el Black Lives Matter. Estos grupos han arremetido contra un creciente supremacismo que dicen que enfrenta la sociedad estadounidense y que alegan es avivado por Trump.
Todos estos factores se suman al descontento social que vive una parte de los estadounidenses afectados por la pandemia y alcanzados por el impacto económico que ha traído récords de desempleo, y también en medio de dudas sobre cómo se va a desarrollar el proceso electoral, que han aumentado por la desconfianza de Trump al voto por correo, uno de los mecanismos que se han considerado para la elección.
Otra duda es sobre el potencial que puede llegar a tener la interferencia extranjera en las elecciones de noviembre.
El sondeo de la Escuela de Políticas Públicas de la Universidad de Chicago y The Associated Press-NORC Center for Public Affairs Research muestra que tres cuartas partes de los estadounidenses están al menos algo preocupados sobre la posible interferencia de otros gobiernos en manipulación de sistemas de votación y resultados, robo de datos y la influencia sobre los candidatos o en la forma en que los votantes los ven, pero no más de la mitad dijeron estar muy preocupados sobre el tema.
La encuesta fue realizada en momentos en que autoridades de inteligencia advierten sobre esfuerzos extranjeros para interferir en la política del país, que apuntan a Rusia como en las elecciones del 2016.
Fuente: eluniverso.com (T.F.)