Federico Valverde vive estos d铆as iluminado. Ha a帽adido a su apabullante empuje una rara clarividencia que聽levant贸 al Real Madrid el domingo cuando iba perdiendo contra el Mallorca, y lo despert贸 del letargo que exhibi贸 ante el RB Leipzig, un equipo que lo coloc贸 de manera insistente al borde de la derrota. Pero el uruguayo volvi贸 a marcar, otra vez con la zurda, de nuevo para cambiar el partido y sellar la octava victoria en ocho partidos desde que comenz贸 el curso.

Se manejan con un programa sencill铆simo y conocido; de vez en cuando demoledor. En cuanto recuperan, ponen la directa. Se lanzan a correr Nkunku, Szoboslai y Werner, convencidos de que Forsberg se la pondr谩 al espacio un poco m谩s adelante. Para empezar, con el Madrid les sobr贸 la primera parte del plan. El partido ni se hab铆a desperezado cuando Vinicius le tir贸 un mal pase a Tchoaumeni, que le cay贸 a Forsberg. El sueco, claro, aceler贸, y le filtr贸 la pelota a聽Nkunku, a煤n m谩s veloz, solo ante Courtois, otra vez salvador al l铆mite.

Aquello se repiti贸, con alguna variante, de manera asombrosamente persistente. Las flechas del Leipzig atravesaban las l铆neas del Madrid a la carrera como si cortaran un bloque de gelatina.

En la otra direcci贸n, el partido tampoco le flu铆a al Real como calculaba. Vinicius, siempre temible, apenas era un rumor en la grada cuando pisaba zonas inofensivas. La prueba de la rareza del choque es que el Madrid amenazaba m谩s con Valverde que con el brasile帽o. El ataque, sin Benzema, chirriaba, a tirones, romo. Le toc贸 a Rodrygo rellenar el hueco del franc茅s, despu茅s de la prueba fallida con Hazard, pero el brasile帽o no encontraba las zonas en las que colocar la argamasa para conectar a la delantera y activar el peligro.

El ritmo era de sobremesa pesada, y los alemanes contemplaban el desarrollo con cierta placidez, esperando un descuido para lanzarse de nuevo de frente a por Courtois. El belga se vio demasiado a menudo a solas con un contrario, casi lo 煤nico que funcionaba en el Real.

Ancelotti se impacientaba sobre la l铆nea ante la parsimonia sin filo. Agitaba los brazos, daba palmas como para despertar a una tropa sesteante. Tambi茅n Camavinga se agitaba, desesperado al no encontrar socios para avanzar y tener que girarse hacia sus centrales, R眉diger y Nacho, con Alaba desplazado al lateral izquierdo en lugar de Mendy.

El equipo de las siete victorias en siete partidos parec铆a gripado y Ancelotti decidi贸 introducir a Asensio, hasta entonces orillado, entre sus coqueteos con una mudanza veraniega y el momento de forma de Rodrygo y Valverde. El mallorqu铆n se enfad贸 el domingo cuando despu茅s de emplearse en el calentamiento tuvo que regresar al banquillo para ver c贸mo terminaba el encuentro contra el equipo en el que se form贸. Despu茅s del enfurru帽amiento, el italiano lo escogi贸 para sacudir a un equipo que no mostraba pulso. Pero el Bernab茅u lo recibi贸 con una salva de pitidos de desconfianza. Ancelotti hab铆a contado que el futbolista se hab铆a entrenado muy bien despu茅s de la pataleta, y que eso le hab铆a gustado. A la grada le gust贸 verlo lanzarse a la hierba a cortar un bal贸n muy cerca de su propia 谩rea. Con eso qued贸 casi todo olvidado: aplausos mientras se lanzaba a la contra con Valverde y Vini y casi marcaba de vaselina.

Aunque el despertador definitivo fue, como el domingo, el uruguayo. Contra el Mallorca igual贸 el marcador justo antes del descanso, y contra el Leipzig desencall贸 un encuentro que parec铆a un petrolero gigante.

Despu茅s del gol, ya casi en el minuto 80, la zona de las remontadas, todo result贸 m谩s sencillo. Tanto, que hubo incluso tiempo para que Asensio culminara su reconciliaci贸n de media hora con el 2-0. Kroos sac贸 una falta desde el lateral del 谩rea hacia la frontal y ah铆 luci贸 el mallorqu铆n esa pegada limpia y letal que golpe贸 el palo y cerr贸 otra noche feliz de Copa de Europa en el Bernab茅u.

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